Elecciones, lo poco que hay para Guadalajara
El 22 de marzo (domingo) acabó el período de registro de candidatos a presidentes municipales, síndico y regidores, en el Instituto Electoral de Jalisco. Se esperaba con cierta expectativa la lista de aspirantes a ediles del candidato priista a Guadalajara, Ricardo Villanueva Lomelí. Pero no ocurrió nada notable. La mayor sorpresa es la presencia de un ex futbolista profesional, Benjamín Galindo Marentes, en la lista de quienes acompañan esta candidatura. Se trata, en honor a la verdad y sin afán de desacreditar a quien fuera un exitoso deportista, de un recurso barato para intentar atraer los votos de aficionados al futbol. Para el denominado “círculo rojo”, es decir los enterados o iniciados en política, la elección de los integrantes en la lista de candidatos a regidores ofrece múltiples lecturas de negociaciones y acuerdos internos. Para el ciudadano común no hay más lectura que la del acomodo de unos pocos privilegiados que, como cada tres años, dan un paso más en sus carreras —o las inauguran—, pero sin garantizar proyectos que permitan soluciones a los complejos problemas de Guadalajara y el área metropolitana. Diferentes serían las cosas si, como ocurre en otras grandes ciudades del mundo, los munícipes defendieran los intereses de grupos sociales o zonas urbanas específicas, y en ese afán construyeran negociaciones y acuerdos con el presidente municipal; al menos llevarían a las discusiones del Ayuntamiento los proyectos de mejoría pertinentes u óptimos para sus representados. Pero en el esquema local, los regidores apenas representan el acuerdo político del candidato que resulta ganador y su paso por el ejercicio de gobierno municipal pasa casi desapercibido. Más se puede esperar, en cambio, de las fracciones de regidores de los partidos de oposición.
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